viernes, 25 de octubre de 2013

Locuras sin fundamento - Andrés Trapiello

Segundo de los tomos de los diarios de Trapiello correspondientes a 1988. Seguimos de la mano de su autor por los mismos escenarios ya conocidos: Las Viñas, su casa de Madrid cerca de Bárbara de Braganza, el Retiro (claro). Aparece un personaje sugerentes que creo que no aparecía en el anterior volumen: un tipo medio loco medio genial (como todos los locos) que está siempre en la panadería del barrio, unas veces tranquilo, medio ido, otras alterado hasta tal punto que tienen que llamar a la policía. En uno de esos estados alterados de este personaje (que no recuerdo su nombre pero qué más da), el propio Trapiello sale en su defensa cuando un tipo, posiblemente con razón, quiere pegarle por manosear a su señora esposa. Al final es el esccritor el que acaba recibiendo. Es solo uno más de esos episodios que le suceden que, de tan reales, no sirven para la ficción. Este loco aparece también, aunque con menos asiduidad (al menos hasta el momento) en el volumen séptimo, Una caña que piensa, que estoy leyendo actualmente junto con otras lecturas. Me pregunto si en los anteriores tomos, inencontrables a día de hoy, estará también presente. Esa es una de las razones de mi interés por leer los dietarios en orden, aunque no puede ser. En cualquier caso volveré a ellos según se vayan reeditando.

Otro lugar común que tienen estos cuadernos es la querencia de Trapiello para la greguería, que salpica las páginas cada cierto tiempo y que sirven también para descongestionar tanta cotidianidad.

Y poco más que añadir, que creo que no es necesario seguir comentando cada volumen que vaya terminando ya que, al fin y al cabo, serán de la misma índole. Y lo digo como algo positivo: me interesa su voz frente a la nada, su mirada frente a lo anodino, y sus anécdotas de corte surrealista.

martes, 8 de octubre de 2013

Años luz - James Salter

Salamandra ha tenido a bien de recuperar esta obra del autor norteamericano que parece que hubiera descubierto Antonio Muñoz Molina. Y digo que parece porque en abril de este año Muñoz Molina no conocía al autor de nada y, de repente,  dejó todo lo que tenía entre manos para dedicarse a la obra del escritor estadounidense, lo recomendó en El país y, al menos en la librería donde trabajo, hubo un pequeño boom de clientes preguntando por La última noche y, en vista de que nos quedamos sin existencias (el libro es de 2006 en su edición española, es decir, hace más de seis años por lo que tan solo teníamos un ejemplar de fondo), cualquier libro del autor. Alguno torcía el gesto, "si es nuevo, ¿cómo es que no lo tenéis?". "No, señor, no es nuevo. Tiene sus añitos ya y la editorial se ha visto superada, ahora mismo está en reimpresión". Algo parecido ocurrió con Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri, un libro que tuvo una nueva oportunidad a raíz de una recomendación de Fernando Trueba. Por un lado me parece perfecto, dos libros de relatos que se empiezan a vender y gozan de segundas vidas. Por otro lado asusta el poder de convocatoria que puede tener una persona. Quiero decir que estos libros eran ya buenos antes de que dos personas reconocidas les dieran su aprobación. Sea como fuere, la editorial Salamandra recuperó el pasado verano Juego y distracción, escrita en 1967. Ahora reedita, la anterior edición pertenecía a El Aleph y era complicada de encontrar, Años luz, escrita en 1975.

Años luz es una novela sensorial, descriptiva, que se fija en los detalles, en alguna charla suelta y en pequeños acontecimientos diarios para atravesar la vida de una pareja a lo largo de los años. Él, Viri, arquitecto; ella, Nedra. Clase acomodada, con una casa en Manhattan y otra de campo, disfrutan de los placeres que da su situación económica junto con sus dos hijas, Franca y Danny. Todo parece trascurrir con sosiego, con una moderada felicidad, no son el prototipo de familia americana, pero se le acerca bastante. 

Salter utiliza el recurso de capítulos breves, sin aparente conexión entre unos y otros más allá de la de que sus protagonistas son siempre la familia. Una cena, una charla con unos amigos, unas compras. Todo trivial, aparentemente. Porque James Salter va salpicando un poco allí y otro poco allá la narración de pequeños flashes que nos ponen en alerta. Un silencio. Un comentario. Un  gesto. Esta pareja no es tan feliz como parece. O lo ha sido, quizás, por qué no, pero el paso del tiempo ha ido haciendo mella y lo que antes eran pequeños roces ahora son enfrentamientos.

Novela que uno empieza a leer y sigue avanzando entre sus páginas, sin descanso. No hay nada especialmente llamativo pero eso no impide que continúes leyendo. Cuando te quieres dar cuenta, estás tan involucrado con los designios de esa familia que llegas al final sobrecogido. Las últimas tres páginas acaban por dejarte derrotado. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

El gato encerrado - Andrés Trapiello

Decía en la anterior entrada que últimamente me ha dado por leer libros cuyo punto en común es la narrativa del yo. Quería seguir con ello, y que menos que conocer estos dietarios de Trapiello que se conocen, de manera conjunta, con el nombre de Salón de Pasos Perdidos o Una novela en marcha. Deiciocho tomos tiene ya la novela, el último, Miseria y compañía salió el año pasado y corresponde a los apuntes de Trapiello durante el año 2003. Este El gato encerrado data del año 1987 cuando el escritor apenas llevaba publicados un par de libros de poesía y preparaba su primera novela.

¿Y que cuenta un escritor en sus diarios? Pues nada especialmente interesante, su día a día, sus viajes a las Viñas o a Venecia; sus paseos por el Retiro en busca de libros ajados y descoloridos; argumentos de novelas que probablemente nunca escriba; anécdotas como la de la vez que fue a una casa a comprar libros de una biblioteca personal y le recibió una caterva de yonkis extranjeros; o reflexiones sobre diferentes lecturas y autores. 

¿Por qué leerlo, entonces? Por la mirada, claro. Una vez más, el propio Trapiello lo dice en sus diarios, todo se ha contado ya, hay que partir de este precepto si uno se quiere poner a escribir. Una vez que hayas asimilado esto, que la literatura consta de cuatro temas y desde Ovidio están todos tratados, puedes ponerte a emborronar cuartillas. Otra cosa es que valgas para ello. Trapiello lo vale (menudo descubrimiento, ¿eh?). Lo que quiero decir es que la mirada de Trapiello, la forma de ver la realidad gris y monótona de nuestra existencia, el punto de vista de los acontecimientos, si se quiere, es lo que me atrae de este libro. Y su punto voyeur, no lo neguemos.

Quiero seguir con los volúmenes de estos dietarios, de hecho me gustaría leerlos todos y ver la evolución como escritor, cómo le cambia la vida, o no, tras ir siendo reconocido por el público; si cada vez son más narrativos los textos o cómo va abordando diferentes asuntos de la vida o hechos políticos y sociales más cerca en mi memoria. El problema radica en que algunos de esos tomos están agotados, véase el tomo tres y cuatro, por ejemplo, y no hay manera de conseguirlos. En Iberlibro he encontrado alguno al módico precio de ciento y pico los euros. Hombre, tanto, tanto, en principio, no me interesan. Por otra parte, Austral está sacando algunos volúmenes así que espero una posible reedición, aunque lo suyo sería que Pre-textos los volviera a sacar. Este El gato encerrado, sin ir más lejos, es una nueva edición de 2010.