miércoles, 30 de enero de 2013

Polvo en el neón - Carlos Castán

Este relato contiene todos los ingredientes del cuento clásico norteamericano actual: un marido adúltero, una amante, una carretera, y algo de alcohol. Además, la metáfora tampoco es un derroche de originalidad: la huída contabilizada en kilómetros (millas) como si alejarse de un lugar fuera la solución a tus problemas cuando los problemas los llevas tú, son tu carga y por mucho que aceleres, estos te siguen la estela.

¿Dónde está, pues, lo grandioso de este libro? Por un lado en el continente. En estos tiempos en los que el debate del libro electrónico frente al papel está en pleno auge, algunas editoriales se resisten a que triunfe lo digital con cuidadas portadas, diseños que son pequeñas obras de arte, souvenirs, afiches, cualquier cosa vale para ganar la batalla. Creo que la convivencia se dará (se da) pero no se impondrá lo electrónico. Si no, ¿cómo disfrutar de libros ilustrados, comics, libros de fotografía o, sin ir más lejos, este artefacto híbrido entre nouvelle y catálogo fotográfico? Porque en este libro se dan cita un escritor y un fotógrafo, Dominique Leyva, que retrata la vida de moteles y carreteras, imaginario mítico de la norteamérica más profunda y complemento perfecto de la soledad que se desprende del texto.

Pero si el continente es importante, nada vale sin el contenido. Aquí es donde aparece la figura de Carlos Castán, que retrata con su habitual estilo lacónico y lírico la huída de Quinn por la ruta 66. Al igual que el libro es un híbrido, Castán en esta ocasión se viste del escritor americano Raymond Carver, pero solo en la forma, en la historia, en ciertos planteamientos, pero donde el americano calla, prefiere la elipsis, Castán prefiere la prosa tiznada de melancolía. El texto habla del amor, de sus (im)posibilidades, de sus pocas alegrías y de sus muchas miserias, de lo complicado que es la convivencia sin el deterioro. Una de las claves la podemos encontrar en el siguiente extracto que comienza con un guiño a Carver:

"-¿Quieres hacer el favor de callarte, porfavor?
 -Quinn, escúchame. Es ahora o nunca, hazme caso. Ahora si quieres podemos estar juntos (...) Otra cosa es que no quieras estar conmigo"

En un texto del norteamericano, aquí muy probablemente habría silencio, algún gesto mínimo que nos diera a entender que todo ha finalizado, o un simple salto de párrafo. Sin embargo, Castán continúa:

"-Exacto es eso, Jessica: no quiero estar contigo
 -¿Qué has dicho?, ¿se puede saber qué es lo que has dicho? ¿Puedes repetir eso mirándome a los ojos?
 -Sí, puedo. Claro que puedo: no quiero estar contigo, eso es lo que he dicho. Que me aspen si quiero estar contigo. Odio toda esta mierda de las escapadas románticas y los estuchitos con pintalabios por todas partes y los botes de gel y de esto y de lo otro. Detesto tener que salir al jardín en pleno invierno para darte las buenas noches (...)"

La escena continúa con algunos reproches más. Reproches de los que hasta ahora no era consciente porque a pesar de ser infiel a su mujer la quería. Y la sigue queriendo, pero igual ella a él ya no. Y eso es lo verdaderamente insufrible. Porque amar duele; porque a pesar de comportarnos mal con otra persona y de hacerla sufrir pretendemos que siga estando ahí en todo momento. Y es al devolvernos la jugada cuando nos damos cuenta de que, en realidad, seguimos enamorados. Como dice el narrador en un momento del libro: "Dudar ya es amar".

lunes, 28 de enero de 2013

La vida cotidiana - Daniel Gacón

En La vida cotidiana reúne el escritor zaragozano Daniel Gascón catorce relatos que pueden funcionar como pequeños fragmentos de un todo que dan sentido al libro, pero también como piezas independientes que funcionan solas.

Todos los relatos están contados en primera persona y el protagonista es Daniel Gascón, alter ego del propio autor. Al igual que el escritor, el protagonista es filólogo, traductor, guionista, dependiendo de cada relato. Vive siempre en Zaragoza, o diversos países ingleses o franceses donde ha ido a seguir estudiando. Esto nos muestra una cercanía con las historias que nos cuenta. Pero la misma cercanía nos llega a producir apatía. Es cierto que Gascón logra hacer literatura con los hechos más nímios y menos "literaturizables", pero no es menos cierto que no siempre llegan a tener interés para el lector común. Son casi meras anécdotas que te contaría un amigo con el que hubieras quedado para tomar unas cervezas. Sus relaciones con las chicas, su promiscuidad, sus problemas con el trabajo, etc. A tu amigo lo escuchas, le das unos consejos y pasáis a hablar de otras cosas. Aquí, los catorce relatos son demasiados parecidos entre sí como para lograr volver a reengancharte bajo el nuevo epígrafe. Son casi entradas en un diario personal, ideas para futruros cuentos. Además, los finales resultan en ocasiones abruptos.

Sin embargo, y a pesar de los fallos señalados, Daniel Gascón me parece un buen narrador, con una escritura fresca y ágil. Puede simplemente que este no fuera el libro con el que me tenía que iniciar a leer su obra por ser demasiado personal. No puedo opinar más allá de este conjunto de relatos porque no he leído nada más suyo. Veremos.

sábado, 26 de enero de 2013

El sonido de mi voz - Ron Butlin

Este libro es una pequeña obra maestra. Así de entrada. En poco más de 160 páginas nos sumergimos en la vida de Morris, un joven ejecutivo en una empresa de galletas, casado y con dos hijos. Aparentemente vive una vida apacible y serena, si no fuera por su alcoholismo.

La principal fuerza del libro radica en el punto de vista; se trata de un narrador en segunda persona (me suelen atraer las narraciones de este tipo), la propia conciencia de Morris que dialoga con él. Que a veces le dice que una copa de coñac le relajará y otras que prepare el desayuno a su familia como si no pasara nada, aunque el día anterior haya vomitado en la cama mientras intentaba hacer el amor con su mujer. Y es que Morris tiene grandes lagunas que se completan con los comentarios de su mujer o los compañeros de trabajo.

La desesperación por ingerir alcohol me ha recordado en algunos aspectos a los Diarios de John Cheever:

"Tenía puerta de cristal. Apenas podías respirar. Dentro había una botella grande de ginebra. Pasaste los dedos por el cristal; estabas de rodillas e intentabas abrir la puerta. ¿Dónde estaba la llave?

Había tres botellas. Ginebra, coñac y vodka. Detrás del cristal transparente. Y sin llave. Te asfixiabas. Tenías arcadas casi, así que...

Un momento después, la ginebra sabía a oxígeno líquido"

Como se aprecia en el fragmento el estilo es directo, con frases cortas y sencillas. Directo a lo que quiere contar. Sin florituras ni barroquismos. Con la misma necesidad y velocidad que tiene el protagonista por conseguir un trago.

Aunque también hay una variante lírica en el texto, cuando habla de la metáfora del barro que lo inunda todo y las acusaciones (como llama a sus hijos).

Beber para olvidar, beber para sentirse mejor, beber para controlar la situación, casi sentimos la ansiedad y desesperación que siente Morris por llevarse algo de alcohol a los labios. Un viaje a los infiernos hipnótico y sugerente.

martes, 22 de enero de 2013

Sicilia, invierno - Ignacio Ferrando

Este libro me lleva acompañando desde que salió al mercado, practicamente. Corría el año 2008 cuando empecé a trabajar en una librería. Este título me llamó la atención, pero las dudas y las devoluciones hizo que no me lo comprara en su momento. Al tiempo comencé a leer reseñas positivas del libro. Pasó un tiempo y al final lo olvidé. Un par de años más tarde volví a recordar el título. Trabajaba en otra librería, lo pedí al distribuidor y lo compré. Sin embargo, han tenido que pasar dos años más y leer primero La piel de los extraños para recuperarlo, pòr fin, de la montaña de libros inleídos que se van acumulando sin remedio.

Sicilia, invierno se compone de once relatos en los que sobresale un argumento ligeramente fantástico dentro de la realidad cotidiana (ecos de Cortázar) junto con la figura del doble, las simetrías y los Doppelgänger (ecos de Borges). Además, vienen acompañado de una coda que da título al libro y en la que Ignacio explica cada uno de sus cuentos, y que a mi personalmente me gusta aunque entiendo que un autor no tendría porqué explicar sus relatos ya que una cosa es lo que pretenda el autor y otra lo que el lector entiende. Sin embargo, me parece una forma de enriquecerse, de establecer una especie de diálogo con otro lector, en este caso el autor. Lo que queda claro, en cualquier caso, es la consciencia de escritor de Ignacio, donde tiene todo atado y bien atado. Pero precisamente este es el mayor defecto del conjunto de relatos; al ser tan compactos, tan milimétricos, pierden algo de frescura, de dejarse llevar. Por lo demás, es un libro grande, muy grande, que ya dejaba ver a un gran cuentista.

Entre los protagonistas de estos relatos destacan los múltiples Roger Lévy que se dan cita en Roger Lévy y sus reflejos, donde cada vez que el personaje toma una decisión se desdobla y cada uno sigue un camino (el elegido y el otro); el joven estudiante de biología que trabaja vendiendo billetes de autobús mientras experimenta con la escasa clientela en Estación de tránsito; Los diferentes personajes que se dan cita cada día para comer y ver después la telenovela en el bar Pompeu de Flores de bambú; el hombre que trabaja dando masajes en Contactos de piel; o la pareja que alquila un piso donde las paredes están alicatadas de espejos en Caleidoscopio.

Llama la atención, por lo alejado que está al resto de los cuentos, el titulado Los chicos de Nat, un relato bastante cinematográfico donde se nos narra el canto de las sirenas de Ulises en el Far West americano.

En sentido inverso, ya tengo en mi poder Ceremonias de interior. Y no voy a dejar que pasen tantos años para leerlo.

lunes, 14 de enero de 2013

Jacob y el otro - Juan Carlos Onetti

En esta breve novela, quizás relato, (siempre hay una fina linea que separa ambos géneros, pero creo que Jacob y el otro es un relato) comienza con el médico del pueblo, de Santa María, claro, interviniendo a un boxeador deshaucido. Nadie daba un duro por su vida tras el combate pero el médico logra salvarlo. El propio médico nos lo narra. Después, durante cuatro epígrafes el narrador pasa a tercera persona; un boxeador ya mayor y venido a menos tras un breve periodo de gloria llega con su manager a Santa María. Se ganan la vida de pueblo en pueblo retando a los lugareños: quien aguante tres minutos luchando contra el campeón, Jacob van Oppen, se llevará una recompensa económica. En Santa María, una muchacha menuda y de aparencia frágil, pero de fuerte carácter, reta en nombre de su novio, el Turco, a Jacob. El apoderado, el príncipe Orsini, trata de detener el combate al ver las dimensiones y la juventud del chico. Sabe que el campeón poco puede hacer. Pero la chica no cede; habrá combate. La última parte nos es narrada por el propio príncipe. Lo poco que dura el combate y lo que le sucede al perdedor ya lo sabemos puesto que el relato es circular y ya nos lo ha relatado el propio médico al principio.

En esta nouvelle nos encontramos con dos personajes inolvidables: el protector Orsini que ejerce de figura paternal protegiendo en todo momento al campeón Jacob; el momento en que le canta la nana para que descanse es sublime. Y el propio Jacob, esa figura agigantada donde el musculo de antaño a ha dejado paso a las carnes colgantes y a la grasa. Orsini miente y manipula a Jacob primero en su propio beneficio, pero también por amor hacía él; le da pena verlo envejecer y rememora siempre que puede sus tardes de gloria. Sueña, aunque sabe que no va a pasar, con esa llamada para ofrecerle un combate en condiciones a su pupilo.

Gran libro esta recopilación de Eterna Cadencia. Es una buena muestra para acercarse al mundo lleno de pérdidas, derrotas, pesimismo y existencialismo urbanita de este genial escritor uruguayo.

viernes, 11 de enero de 2013

Para una tumba sin nombre / La cara de la desgracia / Tan triste como ella /La muerte y la niña - Juan Carlos Onetti

Poco a poco sigo desgranando las novelas breves de Onetti.

PARA UNA TUMBA SIN NOMBRE

Un joven adinerado, Jorge Malabia, acude a enterrar a una ex criada de la familia, Rita, con un chivo atado a una cuerda. Este hecho no por simple deja de ser extraño. El narrador así lo considera y comienzan las pesquisas. Quiere saber qué relación tienen estos tres elementos (niño bien-criada-cabrón). Oye diferentes versiones de la historia, todas inconclusas y fragmentadas. Y él mismo construye con los retazos su propia versión.

Para una tumba sin nombre parece una continuación temática con respecto a Los adioses. Si en esta el lector iba averiguando poco a poco qué pasaba (el narrador ya sabía porque había abierto una carta, pero nosotros no hasta que no se nos cuenta este hecho), en Para una tumba sin nombre el narrador solo puede especular ya que no conoce la historia real, ni nunca la conocerá. 

Se produce, pues, una juego metaliterario donde el narrador es un escritor que, a través de retazos de realidad construye una historia que se sustenta y es verosímil, sea real o no.

LA CARA DE LA DESGRACIA

Un hombre se siente culpable por el suicidio de su hermano. Cree que, en última instancia, fue él quien empujó a su hermano a estafar y, al ser este descubierto, se suicidara. Su única redención posible es enamorarse de una muchacha adolescente. De nuevo, el final abierto provoca la participación activa del lector.

TAN TRISTE COMO ELLA

Este es otra de las novelas breves más devastadoras de Onetti. Se nos narra la relación entre él y ella. Cómo donde hubo amor ahora hay indiferencia, rencor, olvido. Ella se quedó embarazada de otro hombre y él, a pesar de seguir con ella, no se lo ha perdonado. Él busca consuelo fuera y ella hace lo propio dentro, con los trabajadores de su jardín. Opta por un camino de dejarse ir y autodestrucción.

LA MUERTE Y LA NIÑA

Otro relato sobre las apariencias, sobre la culpa y la pérdida. Augusto Goerdel es un joven humilde que bajo la protección del padre Bergner adquirirá  poder en Santa María. Tras su casamiento con Helga Hauser, de adinerada familia, se pondrá a prueba su ferviente religiosidad: si ella queda embarazada podría morir. Finalmente ella muere mientras espera a su segundo hijo. El hermano de Helga busca venganza contra Augusto, pero este desaparece y la cosa se enfría. Al tiempo vuelve a Santa María, de nuevo bajo la protección de Bergner y va a visitar al doctor Diaz Grey, a contarle que pasó con la muerte de Helga.

domingo, 6 de enero de 2013

Los adioses - Juan Carlos Onetti

Segunda de las obras breves recogidas en este volumen, el propio Onetti consideró que era su mejor novela.

En un pequeño pueblo, un exjugador de baloncesto llega para realizar una cura de tuberculosis. Las semanas van pasando y el extranjero recibe diversas cartas de dos distintos remitentes. Estos remitentes son dos mujeres. Primero una; luego la otra; luego las dos juntas con un niño, van a visitarlo. En el pueblo se dan  a las habladurías. Que si una es mujer y la otra amante; que las dos son amantes; que una de ellas es poco más que una adolescente.

El lector, como el pueblo, no puede más que especular con  la vida del trío. Porque lo interesante de esta obra, amén de la prosa característica Onettiana y su hermetismo, es el punto de vista del narrador. Es un testigo directo, es el tendero de la tienda del pueblo, el que recibe el correo de las dos mujeres, el que abre una carta al final del libro y descubre todo el misterio. O no. Eso que decida el lector.

Porque es este, el lector (y no el escritor), el que debe buscar y encontrar una solución. El lector, junto con el enfermero, la mucama y el tendero, aventuramos en la tienda acerca de la vida del extraño personaje que apenas habla con nadie y se mantiene alejado de todo excepto cuando le visitan estas dos mujeres. Y, pese a su permanecer en segundo plano, muy a su pesar está en el punto de mira de los habitantes del pueblo que quieren saber. Nosotros, lectores, también queremos saber. Pero Onetti no dice, insinúa. Y eso es lo mejor que te puede pasar como lector.

Porque me gusta, y creo que es necesario, leer con todos los sentidos, permanecer alerta, trabajar, estar activo y completar lo que un día, otra persona, comenzó en su imaginación. Cerrar el círculo de otro, eso es literatura.

jueves, 3 de enero de 2013

El pozo - Juan Carlos Onetti

La editorial argentina, y librería, (según parece por las fotos preciosa) Eterna Cadencia lleva año y medio distribuyendo sus libros en España. El que nos ocupa ahora son las novelas breves del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti (siete novelas nada menos). Además viene con un prólogo de Juan José Saer.

La primera novela breve recogida en este volumen es también su ópera prima, El pozo. Recuerdo haber leído esta novela por primera vez en la facultad, en una época difícil de mi vida. Su pesimismo y su rasgo existencialista me marcó. Frases como: "Yo soy un pobre hombre que se vuelve por las nochas hacia la sombra de la pared para pensar cosas disparatadas y fantásticas"; o esta otra: "Siento que mi vida no es más que el paso de fracciones de tiempo, una y otra, como el ruido de un reloj, el agua que corre, moneda que se cuenta (...) Yo estoy tirado y el tiempo se arrastra, indiferente, a mi derecha y a mi izquierda" Son ideas con las que me sentía plenamente identificado.

Eladio Linacero es el protagonista de esta novela. En realidad el nombre poco importa y es casi al final cuando se nombra. Pues bien, Linacero es un tipo inapetente de la vida cotidiana, de la realidad que le provoca un asco profundo. La atmósfera en la que trascurre la novela casa perfectamente con el estado de ánimo del protagonista. Eladio Linacero permanece en un cuarto pequeño, oscuro, mal ventilado. Él está desaseado, sudoroso, con ropa sucia y barba de varios días.

Tiene cuarenta años y está escribiendo una especie de memorias donde repasa sus acontecimientos más relevantes. El principal se produjo cuando tenía quince o dieciséis años; en una fiesta de nochevieja gastó una broma a Ana María, una chica unos años mayor que  él. Ella como respuesta le abofetea y el responde echándose encima y forzándola, sin llegar a violarla. Este suceso real es revivido constantemente en el otro mundo, el irreal, o el de los sueños, donde prefiere moverse Eladio. Este mismo hecho trascurre en una cabaña de Alaska y Ana María aparece desnuda para, sin mediar palabra, acostarse en el lecho junto a Linacero para hacer el amor.

Otro de los episodios llamativos y prueba del carácter de Linacero es cuando, estando aún casado, hace levantarse a su mujer de la cama, la mete en el coche y la obliga a desfilar una y otra vez por el lugar exacto donde años atrás sintió que se enamoraba de ella. Solo quiere revivir ese momneto, recuperar esa ilusión perdida. Sin embargo en el juicio de divorcio este hecho será tomado en su contra y se le tachará de loco.

El protagonista se siente solo en este mundo real y ni siquiera un amigo poeta logra entender su mundo onírico, lo que le provoca frustración y hastío.

El pozo son apenas treinta páginas. Pero son unas de las más descorazonadoras y desgarradoras de la literatura.